Ángela:
UNA PLANTA IMPORTANTE PARA LA FAMILIA
Mi padre, antes de que yo naciera, hace por lo menos 10 años o más, se encontró en un contenedor de basura un pequeño árbol.
El pequeño árbol era un Ficus Benjamina con el tronco trenzado de al menos 2 metros. El pobre tenía muy mala pinta pues solo le quedaban 3 o 4 hojas.
Mi padre pensó que aunque tenía muy mal aspecto, con algunos cuidados podría recuperarse y ponerse bonito. Así que lo llevó a mi piso antiguo que tenía una azotea muy grande, lo plantó en una tinaja, en la que podría caber hasta yo, y poco a poco empezaron a brotarle hojas nuevas hasta ponerse precioso.
Y así nos ha acompañado más de 10 años, incluso cuando cambiamos de piso. La mala suerte que el año pasado enfermó y no pudimos curarlo. Pero por lo menos lo salvamos de morir en la basura, por lo tanto murió de forma natural.
También una vez mi padre salvó a un cachorro de perro de la basura, pero eso es otra historia que os contaré otro día.
Curro:
Irene:
El Aloe Vera
Un amigo de mis padres y mío nos dio en un vasito de yogurt unas ramitas de Aloe Vera. Era muy pequeña y la plantamos. Esa planta ha ido creciendo y viéndonos crecer a nosotros. Ahora es muí grande y hemos transplantado unas ramitas que van creciendo.
El Aloe Vera es una planta curativa es buena para los golpes y las heridas y para que cure hay que hacer esto:
-Cortar un trocito pequeño y untarlo a la piel. Se puede guardar en la nevera y usar dos o tres veces hasta que se le acabe el jugo. El Aloe Vera es una planta suculenta de la familia de las asfodeláceas. Es originaria del norte y del sur de África y tiene muchas propiedades medicinales.
Jesús:
EL MANDARINO.
Autor: Jesús García Beltrán.
Mi abuela compró 1 kilo de mandarinas, y estaban buenísimas, ninguna tenía hueso pero por casualidad una tenía hueso y lo plantó en una maceta. Luego llego Benjamín el jardinero, lo cortó y le salieron nuevas ramas por los lados. Después mi abuela decidió dárnoslo a nosotros para que lo cuidemos. Cuando dé mandarinas me comeré una y le daré otra a mi abuela y a mi abuelo. Se me olvidaba, la flor de nuestra maceta se llama azahar y huele muy bien.
Joaquín:
EL NARANJO
El naranjo es un árbol que mi familia siempre ha cultivado, empezó mi bisabuelo Joaquín que vive aún y tiene 96 años y ahora continúan mis abuelos Pepe y Maruja, por eso desde pequeño siempre tomo zumo de sus naranjas, mi madre siempre me dice que por eso nunca nos ponemos malo en invierno. El campo está en San Pablo de Buceite y hay un río que se llama Guadiaro, está al lado de Jimena de la Frontera.
Y ahora os explicaré porque es tan importante para mí este árbol, mi abuelo Pepe cuando yo nací plantó un naranjito, y ahora tengo un naranjo con mi misma edad, y así lo ha hecho con todos sus nietos.
Juan Cantisán:
En nuestra casa tenemos 2 plantas que llevan con nosotros más de 10 años. Son dos potos, lo aguantan todo, a veces parecen un poco pochos pero con cariño se recuperan.
Cuando nació Juan, era primavera, todos estábamos muy contentos y quisimos comprar una planta que tuviera flores. Elegimos una parecida a la del dibujo,
creo que se llama Calanchoe.
Cuando llegó el verano perdió todas sus flores y nos preocupamos mucho, pero pasados unos meses le volvieron a salir flores nuevas y todos nos pusimos muy contentos.
Ahora os voy a contar lo que pasó:
Hace cuatro años tuvimos un incendio en casa, no os preocupéis porque nosotros no estábamos dentro, se incendió nuestro timbre y prendió nuestra cocina. Tuvieron que venir los bomberos. Cuando pudimos entrar a casa todo estaba bien salvo la cocina, en ella todo estaba negro-negro-muy negro… Todo no, todo menos nuestra planta que estaba en la ventana, que también estaba negra, pero nuestra planta se veía verde en el poyete de la ventana. Nos dio mucha alegría, era increíble que no se hubiese quemado. Mientras nos arreglaban la cocina la pusimos en el balcón del salón.
Unas semanas más tarde, Juan y el resto de la familia estábamos viendo un partido de fútbol del equipo de Juan, imagino que ya sabéis cuál es, y... de pronto el Sevilla FC marcó un gol, era muy importante porque ganaba la UEFA, así que Juan se puso muy contento y gritó ¡¡¡GOOOOL!!! Asomándose al balcón del salón. En ese momento una paloma revoloteó asustada de nuestro balcón (es normal, con esos gritos) y Juan se dio cuenta de que la paloma había dejado un huevo entre las ramas de nuestra planta. Al principio nos preocupamos, no sabíamos si con el susto la paloma volvería a cuidar de su huevo. Pero unos minutos después volvió y se tumbó sobre el huevo para darle calor (aplastando las ramas de nuestra planta). Durante varias semanas el padre y la madre del huevo se alternaban para darle calor, hasta que un día vimos que había nacido el pollo de paloma. Poco a poco el pollo fue creciendo y un día se cayó del balcón, era demasiado joven todavía y no estábamos seguros de que pudiera volar. Juan y su hermano bajaron a ver si lo encontraban, pero subieron muy tristes sin hallarlo…
Pero unas horas después vimos al padre, la madre y el pollo apoyados en el pretil de la azotea de enfrente. Ese fue el final de nuestra planta, quedó aplastada, seca y llena de heces de paloma, pero le había permitido nacer a otro ser vivo.
No hemos vuelto a tener ninguna planta como aquella, ahora seguimos teniendo nuestros dos potos sin flores.
FINAL
Lucía:
LA PLANTA DE MI FAMILIA
Después de las vacaciones de verano regresamos a la casa de Sevilla y nos encontramos con una planta muy seca,estuvo con nosotros mucho tiempo,porque a mi madre le llamó la atencion.Todo fué asi: un día en mi terraza encontramos una planta muy querida con la raíz bien, pero todo lo demás seco, cogimos la tijera, le cortamos las hojas secas, la trasplantamos a una maceta de barro, le echamos mantillo y al día siguiente, volvimos a ver cómo estaba pero...seguia igual. Al día siguiente, compramos un frasco de abono y le echamos a la planta para alimentarla más. Los próximos días fuimos viendo qué hoja le crecía o cuál se le ponía verde, pero todo fue en vano, pensábamos en cortarle un trozo de raíz y así tener de la madre un hijo y una planta verde y bonita.
Marcos:
Pablo:
Cuando mi padre era pequeño monto un terrario para meter los insectos que atrapaba, y un día compro una “costilla de Adán” para darle más aspecto de jungla. Creció tanto, tanto, que la sacó del terrario y la sembró en un arriate, y creció tanto, tanto que alrededor de la casa se llenó todo de costillas de Adán, con hojas tan grandes como mi primo Ulises.
La planta tuvo muchos hijos, y cada miembro de la familia, tiene en su casa un hijo de la costilla de Adán, que por cierto es como se llama mi hermano.
Zoe:
EL FICUS DE ZOE
El árbol que siempre reconozco en Sevilla es un grande ficus (Ficus macrophylla) del Parque María Luisa. Es un árbol con el que siempre jugaba con mi padre porque tiene raices muy gruesas que se salen de la tierra. Jugabamos a que yo tenía que caminar sobre las raices y hacíamos juegos de equilibrio, y si me caía mi padre hacía ruidos divertidos. Tiene una raices enormes siendo un árbol centenario, parecen esculpidas, y sus ramas también muy grandes y cubiertas de hojas carnosas de color verde oscuro ofrecen sombra en la temporada cálida.
Jugabamos asi cuando mi hermano Leandro aún no había nacido. Siempre que veo un Ficus de este tipo lo reconozco y recuerdo aquel tiempo.
UNA PLANTA IMPORTANTE PARA LA FAMILIA
Mi padre, antes de que yo naciera, hace por lo menos 10 años o más, se encontró en un contenedor de basura un pequeño árbol.
El pequeño árbol era un Ficus Benjamina con el tronco trenzado de al menos 2 metros. El pobre tenía muy mala pinta pues solo le quedaban 3 o 4 hojas.
Mi padre pensó que aunque tenía muy mal aspecto, con algunos cuidados podría recuperarse y ponerse bonito. Así que lo llevó a mi piso antiguo que tenía una azotea muy grande, lo plantó en una tinaja, en la que podría caber hasta yo, y poco a poco empezaron a brotarle hojas nuevas hasta ponerse precioso.
Y así nos ha acompañado más de 10 años, incluso cuando cambiamos de piso. La mala suerte que el año pasado enfermó y no pudimos curarlo. Pero por lo menos lo salvamos de morir en la basura, por lo tanto murió de forma natural.
También una vez mi padre salvó a un cachorro de perro de la basura, pero eso es otra historia que os contaré otro día.
Curro:
Irene:
El Aloe Vera
Un amigo de mis padres y mío nos dio en un vasito de yogurt unas ramitas de Aloe Vera. Era muy pequeña y la plantamos. Esa planta ha ido creciendo y viéndonos crecer a nosotros. Ahora es muí grande y hemos transplantado unas ramitas que van creciendo.
El Aloe Vera es una planta curativa es buena para los golpes y las heridas y para que cure hay que hacer esto:
-Cortar un trocito pequeño y untarlo a la piel. Se puede guardar en la nevera y usar dos o tres veces hasta que se le acabe el jugo. El Aloe Vera es una planta suculenta de la familia de las asfodeláceas. Es originaria del norte y del sur de África y tiene muchas propiedades medicinales.
Jesús:
EL MANDARINO.
Autor: Jesús García Beltrán.
Mi abuela compró 1 kilo de mandarinas, y estaban buenísimas, ninguna tenía hueso pero por casualidad una tenía hueso y lo plantó en una maceta. Luego llego Benjamín el jardinero, lo cortó y le salieron nuevas ramas por los lados. Después mi abuela decidió dárnoslo a nosotros para que lo cuidemos. Cuando dé mandarinas me comeré una y le daré otra a mi abuela y a mi abuelo. Se me olvidaba, la flor de nuestra maceta se llama azahar y huele muy bien.Joaquín:
EL NARANJO
El naranjo es un árbol que mi familia siempre ha cultivado, empezó mi bisabuelo Joaquín que vive aún y tiene 96 años y ahora continúan mis abuelos Pepe y Maruja, por eso desde pequeño siempre tomo zumo de sus naranjas, mi madre siempre me dice que por eso nunca nos ponemos malo en invierno. El campo está en San Pablo de Buceite y hay un río que se llama Guadiaro, está al lado de Jimena de la Frontera.
Y ahora os explicaré porque es tan importante para mí este árbol, mi abuelo Pepe cuando yo nací plantó un naranjito, y ahora tengo un naranjo con mi misma edad, y así lo ha hecho con todos sus nietos.
Juan Cantisán:
En nuestra casa tenemos 2 plantas que llevan con nosotros más de 10 años. Son dos potos, lo aguantan todo, a veces parecen un poco pochos pero con cariño se recuperan.
Cuando nació Juan, era primavera, todos estábamos muy contentos y quisimos comprar una planta que tuviera flores. Elegimos una parecida a la del dibujo,
creo que se llama Calanchoe.Cuando llegó el verano perdió todas sus flores y nos preocupamos mucho, pero pasados unos meses le volvieron a salir flores nuevas y todos nos pusimos muy contentos.
Ahora os voy a contar lo que pasó:
Hace cuatro años tuvimos un incendio en casa, no os preocupéis porque nosotros no estábamos dentro, se incendió nuestro timbre y prendió nuestra cocina. Tuvieron que venir los bomberos. Cuando pudimos entrar a casa todo estaba bien salvo la cocina, en ella todo estaba negro-negro-muy negro… Todo no, todo menos nuestra planta que estaba en la ventana, que también estaba negra, pero nuestra planta se veía verde en el poyete de la ventana. Nos dio mucha alegría, era increíble que no se hubiese quemado. Mientras nos arreglaban la cocina la pusimos en el balcón del salón.
Unas semanas más tarde, Juan y el resto de la familia estábamos viendo un partido de fútbol del equipo de Juan, imagino que ya sabéis cuál es, y... de pronto el Sevilla FC marcó un gol, era muy importante porque ganaba la UEFA, así que Juan se puso muy contento y gritó ¡¡¡GOOOOL!!! Asomándose al balcón del salón. En ese momento una paloma revoloteó asustada de nuestro balcón (es normal, con esos gritos) y Juan se dio cuenta de que la paloma había dejado un huevo entre las ramas de nuestra planta. Al principio nos preocupamos, no sabíamos si con el susto la paloma volvería a cuidar de su huevo. Pero unos minutos después volvió y se tumbó sobre el huevo para darle calor (aplastando las ramas de nuestra planta). Durante varias semanas el padre y la madre del huevo se alternaban para darle calor, hasta que un día vimos que había nacido el pollo de paloma. Poco a poco el pollo fue creciendo y un día se cayó del balcón, era demasiado joven todavía y no estábamos seguros de que pudiera volar. Juan y su hermano bajaron a ver si lo encontraban, pero subieron muy tristes sin hallarlo…
Pero unas horas después vimos al padre, la madre y el pollo apoyados en el pretil de la azotea de enfrente. Ese fue el final de nuestra planta, quedó aplastada, seca y llena de heces de paloma, pero le había permitido nacer a otro ser vivo.
No hemos vuelto a tener ninguna planta como aquella, ahora seguimos teniendo nuestros dos potos sin flores.
FINAL
Lucía:
LA PLANTA DE MI FAMILIA
Después de las vacaciones de verano regresamos a la casa de Sevilla y nos encontramos con una planta muy seca,estuvo con nosotros mucho tiempo,porque a mi madre le llamó la atencion.Todo fué asi: un día en mi terraza encontramos una planta muy querida con la raíz bien, pero todo lo demás seco, cogimos la tijera, le cortamos las hojas secas, la trasplantamos a una maceta de barro, le echamos mantillo y al día siguiente, volvimos a ver cómo estaba pero...seguia igual. Al día siguiente, compramos un frasco de abono y le echamos a la planta para alimentarla más. Los próximos días fuimos viendo qué hoja le crecía o cuál se le ponía verde, pero todo fue en vano, pensábamos en cortarle un trozo de raíz y así tener de la madre un hijo y una planta verde y bonita.
Marcos:
Pablo:
Cuando mi padre era pequeño monto un terrario para meter los insectos que atrapaba, y un día compro una “costilla de Adán” para darle más aspecto de jungla. Creció tanto, tanto, que la sacó del terrario y la sembró en un arriate, y creció tanto, tanto que alrededor de la casa se llenó todo de costillas de Adán, con hojas tan grandes como mi primo Ulises.
La planta tuvo muchos hijos, y cada miembro de la familia, tiene en su casa un hijo de la costilla de Adán, que por cierto es como se llama mi hermano.
Zoe:
EL FICUS DE ZOE
El árbol que siempre reconozco en Sevilla es un grande ficus (Ficus macrophylla) del Parque María Luisa. Es un árbol con el que siempre jugaba con mi padre porque tiene raices muy gruesas que se salen de la tierra. Jugabamos a que yo tenía que caminar sobre las raices y hacíamos juegos de equilibrio, y si me caía mi padre hacía ruidos divertidos. Tiene una raices enormes siendo un árbol centenario, parecen esculpidas, y sus ramas también muy grandes y cubiertas de hojas carnosas de color verde oscuro ofrecen sombra en la temporada cálida.
Jugabamos asi cuando mi hermano Leandro aún no había nacido. Siempre que veo un Ficus de este tipo lo reconozco y recuerdo aquel tiempo.
